NIÑOS SIN INFANCIA
Iba a hablar de los matrimonios gays, pero para no monotonizar todos los blogs de opinión de España yo voy a hablar de los niños, aprovechando que el Pisuerga pasa por
Valladolid o de que soy madrina de un infante, en este caso.
Un estudio asegura que los niños de hoy en día se pasan la vida jugando solos, que no tienen imaginación y que, a parte de dominar la playstation, no saben jugar a nada y concluye dicho estudio diciendo que la culpa es de los padres que tratan a los niños como adultos y les meten demasiada presión:
1. Porque los dejan con los abuelos
2. Porque no dejan que se manchen
3. Porque no dejan que se arruguen la ropa
4. Porque no se preocupan nada más que de que el niño estudie apuntándole a un sinsentido número de actividades extraescolares.
Estamos creando niños topo, el típico chaval espabilado con gafas de culo de vaso que no sabe relacionarse con otros niños, preocupado porque se le han manchado los calcetines de tierra y porque su abuela no puede empujarle en el columpio porque tiene artrosis cervical.
En realidad, sí es cierto que los niños no saben jugar pero esto se debe a que no juegan con ellos. Mi ahijada, que tiene un año y medio es afortunadamente una de esas excepciones de la vida: mi tía que es su madre, la viste de zafarrancho, sus primeros zapatos fueron unos playeritos para corretear por el parque, se tira al suelo, coge a los animales, se ducha y nos ducha de arena, pinta en las paredes, en los manteles y en todos los espacios en los que un boli o un rotulador puedan dejar su rastro es como un pequeño Godzila para su gatito, es cariñosa, juega con cualquier cosa, incluidos los dedos de los pies y de las manos suyos y de familiares, se entretiene con embalajes y otras zarandajas, baila, canta y siempre está riendo.
Cuando la llevo al parque a veces veo a otros niños a los que visten de pitiminí con esos vestiditos y zapatitos blancos que en vez de niños parecen los maniquíes de los escaparates de tiendas de ropa de comunión. Los ves queriendo correr o saltar, o tirarse en el suelo con la arena pero cuando van a hacer esto, los abuelos o sus madres los sacan corriendo del lugar donde el traje podría ensuciarse o romperse. Y miran a otros niños como mi ahijada que sí pueden tirarse por el suelo, por el tobogán o ir a dar de comer a los patitos aunque se manchen, caigan o estropeen la ropa.
Porque, señores padres y madres, un niño tiene que jugar para crecer. ¿O es que quiere usted tener a su pequeño funcionario aburrido e irascible de medio metro encerrado en su cubículo con la tele, la playstation y la esperanza de que, algún día, cuando sea mayor, se podrá ir a la playa sin el agobio de que alguien le saque de la arena al grito de te manchas, caca?
Valladolid o de que soy madrina de un infante, en este caso.
Un estudio asegura que los niños de hoy en día se pasan la vida jugando solos, que no tienen imaginación y que, a parte de dominar la playstation, no saben jugar a nada y concluye dicho estudio diciendo que la culpa es de los padres que tratan a los niños como adultos y les meten demasiada presión:
1. Porque los dejan con los abuelos
2. Porque no dejan que se manchen
3. Porque no dejan que se arruguen la ropa
4. Porque no se preocupan nada más que de que el niño estudie apuntándole a un sinsentido número de actividades extraescolares.
Estamos creando niños topo, el típico chaval espabilado con gafas de culo de vaso que no sabe relacionarse con otros niños, preocupado porque se le han manchado los calcetines de tierra y porque su abuela no puede empujarle en el columpio porque tiene artrosis cervical.
En realidad, sí es cierto que los niños no saben jugar pero esto se debe a que no juegan con ellos. Mi ahijada, que tiene un año y medio es afortunadamente una de esas excepciones de la vida: mi tía que es su madre, la viste de zafarrancho, sus primeros zapatos fueron unos playeritos para corretear por el parque, se tira al suelo, coge a los animales, se ducha y nos ducha de arena, pinta en las paredes, en los manteles y en todos los espacios en los que un boli o un rotulador puedan dejar su rastro es como un pequeño Godzila para su gatito, es cariñosa, juega con cualquier cosa, incluidos los dedos de los pies y de las manos suyos y de familiares, se entretiene con embalajes y otras zarandajas, baila, canta y siempre está riendo.
Cuando la llevo al parque a veces veo a otros niños a los que visten de pitiminí con esos vestiditos y zapatitos blancos que en vez de niños parecen los maniquíes de los escaparates de tiendas de ropa de comunión. Los ves queriendo correr o saltar, o tirarse en el suelo con la arena pero cuando van a hacer esto, los abuelos o sus madres los sacan corriendo del lugar donde el traje podría ensuciarse o romperse. Y miran a otros niños como mi ahijada que sí pueden tirarse por el suelo, por el tobogán o ir a dar de comer a los patitos aunque se manchen, caigan o estropeen la ropa.
Porque, señores padres y madres, un niño tiene que jugar para crecer. ¿O es que quiere usted tener a su pequeño funcionario aburrido e irascible de medio metro encerrado en su cubículo con la tele, la playstation y la esperanza de que, algún día, cuando sea mayor, se podrá ir a la playa sin el agobio de que alguien le saque de la arena al grito de te manchas, caca?
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Greenleaves -
Azrrael -